Atajá el sol

Pocas veces uno se pone a determinar el porqué le gusta algo. Ya desde la primera linea, objetizar el gusto ya supone un total desinterés en explicarlo. Le gusta a uno y listo. Me gusta, qué tanto. Siempre hay más motivos para decir que no. Y asi se desata la intolerancia y sus amigos. Eso ya es crema de otra torta.

Lo más probable es que se desencadene de algo de la infancia, como en este caso, en el que me mandé todo un choclo digno de ensayo de secundaria sólo para decir de donde surgió mi fanatismo (así, muy en cursiva) por los Beatles, que (oh, casualidad) cumplen 40 años de haberse separado. Garrón.
Volviendo al tema que ME aqueja (?), la primera canción que escuchaba al levantarme (pero nunca despertarme) para ir a la escuela primaria era precisamente ésta:


(quería poner el tamaño que le seguía a este, pero no entraba en cuadro, quedaba mal, y blablabla)


Y como me estoy levantando temprano seguido, en Mañana Express (el programa que ponía mi abuela mientras nos despertaba, el programa que pone mi vieja mientras me desp... Nah, me despierto solo, che) siempre mandan alguna referencia a esta gran gran gran banda, ya que Oscar Bertone (conductor) es sabido fanático (más que Gustavo Lorenzatti, arriesgo). Y es así como, capaz que inconscientemente y sin saber un pedo de música, conocí a los cuatro de Liverpool.

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