¿Tiene tinta tu tintero?
Lejos, el posteo más random que me mande en el blog. Pero es un pensamiento recurrente de los que todavia no tenemos tatuajes, pero le tenemos unas ganas terribles (aunque mis tatuajes de la vida tambien tienen derecho de piso, y se pueden poner celosos) (?)
Entonces, he aquí, y presentandolo como si a alguien le importara, los tres tatuajes que me mandaria (si, posta, no hay ironias ni juegos de palabras en esto, me entintaria posta estas cosas)
Knuckes: Rebelde, veloz, se trepa a todo, tiene un caracter de mierda y es un contrera. Muy yo. Aparte, ya tengo dos dreads rojos, asi que mataria, ja.
Don Quijote: Loco desde el inicio de sus aventuras, hasta el lecho de su muerte. Los termina convenciendo a todos, pero no por cansancio, sino por convicción. Es un lancero (Gerardo) que no teme a la batalla (Martin)
El logo carajero: Que no es por la moda o por alguna falta de aceptacion, lo de tatuarse el logo de una banda. La escucho desde los malditos 13 años. Siempre tienen alguna letra para mis momentos de euforia, de bajón, de tristeza, de sosiego. Son pura actitud. Cosa que a veces cuesta trascender de lo musical. Siempre termino hablando de música. Chau.
Don quijote. Definitivamente.
Y no por una cuestión de palabras, o literatura, o cosas infinitas, vió. Si hay algo que marcarse en la piel es un fragmento de algún hermoso idealismo eterno.
Ahora, no son más bellas las sombras y estrellas que se dibujan y desdibujan en simuntáneo contorneando las líneas de tu alma?
(:
Si que lo son, más porque no se ven las lineas. Trazadas con mas o menos pulso, pero cada una por una mano necesaria. Y en ese juego de sombras que te ayudan a distinguir y los haces de luz que te ayudan a enfocar (aunque uno se rinda en nublarse), una tambien va trazando. Y no hay codo que valga en intentar borrarlo.
Diría, entre paréntesis, que algunos versos prefieren marcar el relieve de las nubes y sus gotas de humedad, que es rocío y no, que a veces se llovizna en figuras hermosas pero también se cristaliza y se quiebra en trazos filosos de primavera antigua. Viste la razón de la vigilia. Al menos mi elemento. Pero eso si existieran las razones. O los elementos.
Esa razón está en la cara interna del espejo de agua. Me dibuja con sus trazos, trémulos y dubitativos, por los caprichos de las gotas que, les guste o no, golpean o se anidan. Los elementos necesitan el ladrido que los despierte, señal que la lluvia me encuentra con la humedad imperante, repitiendo inviernos, y la vigilia en su montura.