Reflotando Textos III
La carrocería es uno (JUEVES 14 DE ENERO DE 2010)
Lineas blancas en el suelo. Ahora tan lejos, pero lo recordas, y como. Cuántas beses te besó y refugió tu cara. Mucho, escollo de por medio, como siempre, como a veces, como obvios pero inesperados obstáculos. Pilones que toca pasar de largo, o dejar que refugien tu cara.
¿Y qué de uno sin obstáculos? No podria concebir una camino enteramente liso, estático, inmóvil. Sin la oportunidad de darle uso y abuso al deporte nacional (que no es el pato, pero por una cuestion de marketing es más afable proponerlo así; la lógica manda que sea algo más arraigado, ni siquiera el futbol: quejarse de todo y todos).
Agradable a la vista, si. Pero, intentá transitarlo, te desafío. Empujando el aire, como entrando en una gelatina sin color. Tratando de moverte, y el piso te rechaza. No hay fricción. Y caés. Otra vez. Otras diez, otras cien, otras quinientas. Y la falta de leyes entre vos y tu suelo hace que todas las caidas sean violentas. Una tras otra.
Simple tracción de uno con sus impedantes, los que ayudan a tomar impulso o, sólo quizas, avanzar con la inercia del mundo. En pilóto automático. Dubitando en esquivar o pasar por encima los conos naranjas del camino. Exagerando en los vaivenes, cabeceando en las rectas. Qué bueno tener la oportunidad de, aunque sea una vez, mandar los conitos al carajo.
***BONUS TRACKS*** (vienen de acá)
Apunte
Los átomos no sufren. O no deberían. Tan constantes al cambio. Separaciones, uniones, y todo eso que el inconsciente colectivo trae a cuenta sobre ello (sin prestarle mayor atención, como en una aburrida clase de química en noveno año, pero eso ya es agua de otro molino). Átomos estoicos; no les queda otra que transformarse según los caprichos del arquitecto del universo. Poco importa el proceso, como asi mucho importa el producto, el resultado piensan los que no recuerdan ningun camino hacia Roma. Átomos víctimas de metáforas en vano que escupen dos manos cansadas.
Hambre
El amor es como el hambre. Hay paladares exquisitos, casi elitistas, difíciles de complacer. Tambien existen personas con estómagos resistentes, capaces de involucrarse afectivamente, o tal vez para sortear conflictosde ésta índole.
Lo que sí, se podría obrar de manera tal que el apetito por el sexo opuesto no sea tan prejuicioso; nosotros, los últimos bocados del plato nos estamos enfriando. El hambre es como el amor.
Tantos platillos, que de solo ver, empalaga.
Gran Charco
Lluvia ya ha caído y se han formado charcos. Mira al cielo raso, repleto de humedad. Memorias llenas sin dejar lugar a penas nuevas, ya sin ánimos siquiera de pensar. La concentración puesta en el dolor que produjo ese amor no correspondido; el agua nunca lo diluirá. Quiso erradicarla.
Dejó la puerta abiera y ya nadie entró. Puerta giratoria, que nunca descansa. Cuyas idas y vueltas tambalean su templanza. Puerta corrediza, de largos pasillo. Cerradas ante las narices de un hombre desvanecido. Que sólo pisando el charco supo ver su desfigurado rostro. Agravado por el entorno. Largo el camino que tuvo que retomar. Largo el camino que llegaba a aquella puerta.
Ya no tuvo más que lamentar, Por debajo de sus puertas, un charco de lágrimas.
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