Como en el blog anterior había empezado a contar (para descargarme, para dar mi visión de lo ocurrido, para el que lo quiera leer) mi desventura con el intento de robo que sufrí hace como 2 años. Una anécdota más, puede uno llegar a pensar. Un punto de inflexión y una nueva oportunidad para meterle actitud a las cosas que venia haciendo en piloto automático, llegue yo a la conclusión.
Capítulo I: El click equivocado y la premonición (VIERNES 19 DE SEPTIEMBRE DE 2008)
Miércoles 23 de Julio de 2008. 01:45 de la noche. Escenario: el ciber del barrio, acompañando a Álvaro (es solo una excusa, también tenia ganas de ir, a pesar de haber estado conectado toda la tarde en lo de un cumpa de la facultad). Había terminado de pasar todos los archivos que había cargado en el celular, tenia preparado todo para postear mi artículo como invitado en http://moccoloko.tk como de costumbre. Un momento de distracción, y all faded to black. WTF!
Habían cerrado la sesión de la maquina equivocada (la mía), haciendo que los veintitantos minutos de transferencia de archivos, más el retobe de una foto que no-quería-subirse al blog (gracias miarroba), se conviertan en una pérdida de tiempo y en un chiste (malo). La vena al palo, pero el encargado no me cobro, así que no tan pálida.
Ya en la calle, masculle un par de puteadas más, y mi amigo intentaba calmarme. Algo menos enervado, emprendí el camino a casa. A medida que nos alejábamos, hacíamos la clásica despedida a distancia, pero esta vez (y no me preguntes por qué), con un tinte premonitorio bastante derrotista:
Álvaro: -No te olvides de hacerme sonar el teléfono;
Yo: -Mirá, con la suerte que tengo, capaz que no llegue a casa con él;
Álvaro: -No seas boludo...
Yo (riéndome): -Y si, lo único que falta es que me roben;
Ya a media cuadra de mi casa, vi una cara sospechosa, así que apuré el paso. Él también, desgraciadamente: que mal día para ser literal.
Capitulo II: De Caerse Y Seguir Corriendo (SÁBADO 16 DE MAYO DE 2009)
"Espero llegar, estoy a tan solo media cuadra de mi casa", pensamiento como para alentarme, mientras caminaba rápido. Con tanta mala suerte que, en un parpadeo, el ladrón (visiblemente dado vuelta, cara chupada, como de alguien que no roba por necesidad, digamos; de buzo celeste, encapuchado y de visera) ya tira un empujón sobre mi como para hacerme caer, cosa que por el momento no pasó.
Ladrón: -Dame el celular
Yo: -No, porqué
L: -Dale loco o te pego un tiro (gesticulando un arma con los dedos por debajo del buzo con capucha)
Yo (desconfiado ante una situación similar hace 3 años, de la que salí airoso): no, ni en pedo, salí (y eché a correr, aunque no me diera el ángulo)
Mucho se dice y se promete en tiempo de elecciones. Uno puede ver como las calles totalmente despavimentadas (avenidas muy transitadas, por lo general) aparecen lisa y llanas, lisa y llanamente para agradar al votante y mantener el puesto. Ya hecha la bajada de linea, me pregunto porqué entonces, en pos de agradar con esos actos, no pavimentan calles en esta ciudad que REALMENTE son motivo de vergüenza. Bueno, la esquina de mi casa es una de ellas.
El bache (y mi apuro de llegar lo mas rápido posible) hace que me caiga (cuyo raspón de la caida todavia conservo). Apenas me incorporo (todo con la intencion de salvarme), ya lo tengo enfrente mío, y con la pésima luz que me alumbra, puedo ver como, en una milésima de segundo, se descubre la cintura, dejando ver una punta (de metal, de unos 20 cm. de largo por 3 de ancho), la cual desenvaina y me clava.
Lo sentí como si lo que me hubiera hecho fue ponerme un dedo con toda la bronca entre las costillas. Aún sin saber qué es lo que me habia hecho (no habia tiempo como para cersiorarme, digamos), corro e, instintivamente, me presiono la zona, y grito desaforadamente por ayuda. Un grito primal, desgarrador.
Llego a mi casa y, ya con la luz del frente y mi mano envuelta en un líquido tibio, grite ABRANME, ME ACABAN DE PERFORAR UN PULMÓN. A todo esto, el ladrón me siguió los pasos, pero a 1/4 de cuadra, y al ver que vivia cerca y podian tomar represalias sobre él (cosa que hubiera estado genial), volvio a la esquina, tambaleando y hasta tropezando con las baldosas rotas.
En breve, la tercera parte de ésta para nada copante historia.