Per Omnia Secula Seculorum

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Tomarlo como una continua renovación de contratos: las temporadas se suceden, los papeles se toranan de blancos a amarillos, a sepias. Un suspiro (rezagado, esperanzador a veces, las más de veces resignado) gana mis cuerdas vocales, en su sentido tramo. Porque un siempre cabe en las posibilidades. Y advierto un racimo de alegorías, gusto a uva conocida.
El tiempo en que uno espera al café para que su paladar no se queme; el lapso en que te diste cuenta que, de tanto querer abrir la pared a cabezazo limpio, te olvidaste que había una puerta dispuesta al escape (la cerradura, un mal binario y necesario). Lo que le toma a uno mismo esconderse en metáforas, de algo tan intangible, el factor metafísico que más pelos nos hará perder, más fe debilita, las manos que se rozan en pos de rescate (y volvemos a las cerraduras). Recurrencias que, en un rato vago, vinieron a hacer valer su derecho de piso.
Cómo pensar en un para siempre ( con algo, con alguien, con uno mismo) si nuestra fecha de vencimiento está en la cara interna. Y si uno se convence de ser tan producto, más se amiga con su perecederidad. Cómo olvidarnos de algo que no podemos comprender, un desfase obvio, una cajita musical en la que la bailarina empieza su ritual con años de delay respecto la música. Su compás marcando el péndulo en el que me convertí, dándole a un escombro luminoso mi atención. Mi inalámbrico neceser. Kilometros anclan. Me proveen recuerdos, poesía barata, rudimentos estéticos.
El recuerdo vago invadió, pateó hasta ganar las bisagras. No importaron cerraduras. Estaba dentro de las posibilidades. Una aspirina.

Reflotando Textos III

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La carrocería es uno (JUEVES 14 DE ENERO DE 2010)

Lineas blancas en el suelo. Ahora tan lejos, pero lo recordas, y como. Cuántas beses te besó y refugió tu cara. Mucho, escollo de por medio, como siempre, como a veces, como obvios pero inesperados obstáculos. Pilones que toca pasar de largo, o dejar que refugien tu cara.
¿Y qué de uno sin obstáculos? No podria concebir una camino enteramente liso, estático, inmóvil. Sin la oportunidad de darle uso y abuso al deporte nacional (que no es el pato, pero por una cuestion de marketing es más afable proponerlo así; la lógica manda que sea algo más arraigado, ni siquiera el futbol: quejarse de todo y todos).
Agradable a la vista, si. Pero, intentá transitarlo, te desafío. Empujando el aire, como entrando en una gelatina sin color. Tratando de moverte, y el piso te rechaza. No hay fricción. Y caés. Otra vez. Otras diez, otras cien, otras quinientas. Y la falta de leyes entre vos y tu suelo hace que todas las caidas sean violentas. Una tras otra.
Simple tracción de uno con sus impedantes, los que ayudan a tomar impulso o, sólo quizas, avanzar con la inercia del mundo. En pilóto automático. Dubitando en esquivar o pasar por encima los conos naranjas del camino. Exagerando en los vaivenes, cabeceando en las rectas. Qué bueno tener la oportunidad de, aunque sea una vez, mandar los conitos al carajo.


***BONUS TRACKS*** (vienen de acá)

Apunte
Los átomos no sufren. O no deberían. Tan constantes al cambio. Separaciones, uniones, y todo eso que el inconsciente colectivo trae a cuenta sobre ello (sin prestarle mayor atención, como en una aburrida clase de química en noveno año, pero eso ya es agua de otro molino). Átomos estoicos; no les queda otra que transformarse según los caprichos del arquitecto del universo. Poco importa el proceso, como asi mucho importa el producto, el resultado piensan los que no recuerdan ningun camino hacia Roma. Átomos víctimas de metáforas en vano que escupen dos manos cansadas.


Hambre
El amor es como el hambre. Hay paladares exquisitos, casi elitistas, difíciles de complacer. Tambien existen personas con estómagos resistentes, capaces de involucrarse afectivamente, o tal vez para sortear conflictosde ésta índole.
Lo que sí, se podría obrar de manera tal que el apetito por el sexo opuesto no sea tan prejuicioso; nosotros, los últimos bocados del plato nos estamos enfriando. El hambre es como el amor.

Tantos platillos, que de solo ver, empalaga.


Gran Charco
Lluvia ya ha caído y se han formado charcos. Mira al cielo raso, repleto de humedad. Memorias llenas sin dejar lugar a penas nuevas, ya sin ánimos siquiera de pensar. La concentración puesta en el dolor que produjo ese amor no correspondido; el agua nunca lo diluirá. Quiso erradicarla.
Dejó la puerta abiera y ya nadie entró. Puerta giratoria, que nunca descansa. Cuyas idas y vueltas tambalean su templanza. Puerta corrediza, de largos pasillo. Cerradas ante las narices de un hombre desvanecido. Que sólo pisando el charco supo ver su desfigurado rostro. Agravado por el entorno. Largo el camino que tuvo que retomar. Largo el camino que llegaba a aquella puerta.
Ya no tuvo más que lamentar, Por debajo de sus puertas, un charco de lágrimas.

Reflotando Textos II

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Madeja (JUEVES 10 DE DICIEMBRE DE 2009)

Te tomaras el tiempo para olvidarte de mí, y yo, sin mayores pretensiones, dispararé las frases que me acompañan hace un rato largo.

No reconoceré tu rostro, tus ojos no tendrán el mismo color. No sabré tu nombre. No será el mismo. Tus gustos diferirán de los míos. No te sentirás obligada a hablar de arte, política o religión. Nadie te ata, sos vos y la atmosfera te acompaña. Está lleno de gente, pero captas toda mi atención.

Tomaras de otras copas, pedirás de otros sabores, te peinaras el flequillo hacia el otro lado (o hacia el mismo), esquivarás mi mirada, sabré esperar. Pero sé que estarás ahí, con diferentes amigos, o sola queriendo salir de vos misma.

Te mostrarás con otro rubor, tu perfume me envenenará dulcemente, mientras palabras obligadas tensan las cuerdas. Y pondré atención en tus nuevos gestos, tus nuevas manos, tus nuevas argucias para envolverme, envolvernos. Para innovarme y darle la vuelta a la rueda para que el movimiento perpetuo no se corrompa, así como corrompemos el triste y fatigoso ejercicio de la soledad. Porque si hay que ser asesinos de una rutina, que sea la de la odiosa soledad (beneficiaria y oxigenante a veces, pero que siempre vilipendiaré)

Y mostrarás sorpresa en mi interés, el renovado interés, aquel que fue dañado, aquel que mi orgullo tomó por rehén. Antes lagrimas equilibradoras, ahora son saliva que me da pista para poder llegar a vos, al centro mismo, a la excusa. Magnifica regeneración, mucho tiempo para lograrla, la infinidad para perfeccionarla y no mostrar debilidad. La fuerza suele ser tan perecedera.

Y en ese hermoso disfraz que solemos usar (y que la imaginación y las vueltas de las vida nos jironea, modifica, exagera, minimiza), vamos. El mismo ritual de una vez cada tanto. Salir de uno mismo y ver nuevas caras. Nuevas viejas caras. Las que buscamos perpetuar. En otro cuerpo y en otras situaciones. Las que elegimos perpetuar.

Reflotando textos I

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Como en el blog anterior había empezado a contar (para descargarme, para dar mi visión de lo ocurrido, para el que lo quiera leer) mi desventura con el intento de robo que sufrí hace como 2 años. Una anécdota más, puede uno llegar a pensar. Un punto de inflexión y una nueva oportunidad para meterle actitud a las cosas que venia haciendo en piloto automático, llegue yo a la conclusión.



Capítulo I: El click equivocado y la premonición (VIERNES 19 DE SEPTIEMBRE DE 2008)

Miércoles 23 de Julio de 2008. 01:45 de la noche. Escenario: el ciber del barrio, acompañando a Álvaro (es solo una excusa, también tenia ganas de ir, a pesar de haber estado conectado toda la tarde en lo de un cumpa de la facultad). Había terminado de pasar todos los archivos que había cargado en el celular, tenia preparado todo para postear mi artículo como invitado en http://moccoloko.tk como de costumbre. Un momento de distracción, y all faded to black. WTF!
Habían cerrado la sesión de la maquina equivocada (la mía), haciendo que los veintitantos minutos de transferencia de archivos, más el retobe de una foto que no-quería-subirse al blog (gracias miarroba), se conviertan en una pérdida de tiempo y en un chiste (malo). La vena al palo, pero el encargado no me cobro, así que no tan pálida.
Ya en la calle, masculle un par de puteadas más, y mi amigo intentaba calmarme. Algo menos enervado, emprendí el camino a casa. A medida que nos alejábamos, hacíamos la clásica despedida a distancia, pero esta vez (y no me preguntes por qué), con un tinte premonitorio bastante derrotista:

Álvaro: -No te olvides de hacerme sonar el teléfono;
Yo: -Mirá, con la suerte que tengo, capaz que no llegue a casa con él;
Álvaro: -No seas boludo...
Yo (riéndome): -Y si, lo único que falta es que me roben;

Ya a media cuadra de mi casa, vi una cara sospechosa, así que apuré el paso. Él también, desgraciadamente: que mal día para ser literal.



Capitulo II: De Caerse Y Seguir Corriendo (SÁBADO 16 DE MAYO DE 2009)

"Espero llegar, estoy a tan solo media cuadra de mi casa", pensamiento como para alentarme, mientras caminaba rápido. Con tanta mala suerte que, en un parpadeo, el ladrón (visiblemente dado vuelta, cara chupada, como de alguien que no roba por necesidad, digamos; de buzo celeste, encapuchado y de visera) ya tira un empujón sobre mi como para hacerme caer, cosa que por el momento no pasó.

Ladrón: -Dame el celular
Yo: -No, porqué
L: -Dale loco o te pego un tiro (gesticulando un arma con los dedos por debajo del buzo con capucha)
Yo (desconfiado ante una situación similar hace 3 años, de la que salí airoso): no, ni en pedo, salí (y eché a correr, aunque no me diera el ángulo)

Mucho se dice y se promete en tiempo de elecciones. Uno puede ver como las calles totalmente despavimentadas (avenidas muy transitadas, por lo general) aparecen lisa y llanas, lisa y llanamente para agradar al votante y mantener el puesto. Ya hecha la bajada de linea, me pregunto porqué entonces, en pos de agradar con esos actos, no pavimentan calles en esta ciudad que REALMENTE son motivo de vergüenza. Bueno, la esquina de mi casa es una de ellas.
El bache (y mi apuro de llegar lo mas rápido posible) hace que me caiga (cuyo raspón de la caida todavia conservo). Apenas me incorporo (todo con la intencion de salvarme), ya lo tengo enfrente mío, y con la pésima luz que me alumbra, puedo ver como, en una milésima de segundo, se descubre la cintura, dejando ver una punta (de metal, de unos 20 cm. de largo por 3 de ancho), la cual desenvaina y me clava.
Lo sentí como si lo que me hubiera hecho fue ponerme un dedo con toda la bronca entre las costillas. Aún sin saber qué es lo que me habia hecho (no habia tiempo como para cersiorarme, digamos), corro e, instintivamente, me presiono la zona, y grito desaforadamente por ayuda. Un grito primal, desgarrador.
Llego a mi casa y, ya con la luz del frente y mi mano envuelta en un líquido tibio, grite ABRANME, ME ACABAN DE PERFORAR UN PULMÓN. A todo esto, el ladrón me siguió los pasos, pero a 1/4 de cuadra, y al ver que vivia cerca y podian tomar represalias sobre él (cosa que hubiera estado genial), volvio a la esquina, tambaleando y hasta tropezando con las baldosas rotas.


En breve, la tercera parte de ésta para nada copante historia.

Lejos del consumo apto

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Quizás es una forma más de ver las cosas. Cambian formatos, cambian las formas de ver las cosas. La gente, los eventos, aleccionan a uno a buscar nuevas formas de descargarse. Violencia, prosa. Ironía, sarcasmo, a mitad de camino.
Es un mero palabrerío. Segundas partes llegan con la inercia de lo ya hecho. En este caso, hice un quilombo increible con las cuentas de Gmail.. Y tuve que deshabilitar la otra, en algunos aspectos



Pronto, un backup con algunos textos de la vieja crudeza.

AKA